viernes, 16 de octubre de 2009

TODO LO QUE NECESITAS ES BETO idea seleccionada y por encargo



Esa mañana de viernes Amilcar Ordoñez llegó al Banco provincia a la hora habitual, colgó el saco y se sirvió una taza de café mientras hojeaba las noticias de “El Argentino” que le habían regalado en la esquina. Se detuvo en la pagina 16 pues el titular de una noticia movilizó ciertos resortes emocionales. “Se espera ansiosamente la caída del cometa Beto” . El fenómeno sucedería ese domingo en el corazón de la ciudad de Villasón, Bolivia.

El reloj dio las diez y se sentó frente a la ventanilla donde pasaría las siguientes cinco horas atendiendo al público. Pero hoy la jornada sería algo diferente, estaba desconcentrado, Amilcar sólo pensaba como hacer para viajar al norte para encontrarse con Beto.

La posibilidad de conocerlo despertó sus sueños del pasado, si no hubiera sido por el latex vencido ahora sería un físico renombrado a lo largo de todo el territorio Argentino. Había sido una apuesta “si te coges a la gorda te consigo un puesto en el Conicet” le dijeron. Hoy la gorda era su mujer y la madre de su hijo Matías, fruto indeseado de aquel juego que nunca derivó en el codiciado puesto.

Quince años después él estaba sellando inútiles papeles en lugar de estudiar los movimientos sísmicos de la tierra que tanto le interesaban.

Ivana entró a su Fotolog y encontró lo que estaba esperando hace mucho tiempo. Matias le había posteado un mensaje de amor.
mathy_kool dijo en 10/09/08 8:53 …

Que linda foto ivi, todo bien me paseeee
Jajajaja vesozzz milezl

Llena de ilusión se dispuso a ensayar en una hoja de word las posibles respuestas a su amado. Mientras probaba los distintos emoticones para conquistarlo y se decidía a poner varias caritas sonrojadas, vio el titilar de una ventana de su msn. Para su sorpresa, era alguien a quien ella había eliminado mucho tiempo atrás. Elena, anterior amiga y confidente de la infancia, ahora devenida en Emo, parecía empecinada en robarle a su príncipe azul.

Bleeding Blood dice:

Tarada! Ni se te ocurra postearle respuesta a matu. Es mio.

IvAhNa!! Star! dice:

mmmmh. andás huzmeando mi flog metida!
Bleeding Blood dice:

Blah. Me aburre. Como vos. Tus fotos de gorda egocentreica

IvAhNa!! Star! dice:
suicidate tarada hacete humo ya te borréeeeeee para siempre ahora te bloqueo!
Bleeding Blood dice:

Humo me voy a hacer yo hoy en los brazos de matu. A medianoche me lleva hoy a ver la luna y matarme a besos.

Ivana estaba a punta de bloquearla, pero en el segundo previo a consumar el acto, llegó a leer lo escrito por Elena. Mati había sucumbido a los encantos de una pequeña gótica retorcida. No, no podía ser. Totalmente desalentada por la noticia, se acomodó los pelos, se calzó el chaleco y los chupines colorado shocking que mejor le quedaban, y decidió llevar adelante un plan para poder arruinar ese encuentro. Lo que no sabía ella, era que estaba cayendo víctima de un plan mucho más malvado planificado por Elena, que había intuido los actos posesivos que haría Ivana al enterarse de esta noticia…

El día había sido muy largo para Amilcar. Se dirigió a su casa a la noche con el objetivo de poder cenar en paz y de buscar algunos datos sobre el cometa. Beto era la única esperanza que se erguía en su mediocre vida, rodeada no de muchos incentivos. Llegó y en la puerta de su casa lo recibió una escena ya casi clásica y que no hacía más que generarle odio. Su mujer, gorda como un flan y desalineada como siempre, histeriqueaba impunemente con el sodero allí, a la vista de todos los vecinos y conocidos. No había ni un poco de moral, ética o respeto para un marido trabajador que hasta había colgado a un costado sus máximos sueños vocacionales por el matrimonio. Ofendido, cruzó por la puerta justo entre el atlético empleado de las burbujas y su mujer. Atinó a decir un leve “hola”, pero los histéricos tortolitos ni notaron su presencia. Lo ignoraron, que era mucho peor. Se sintió levemente humillado, pero pensó que podría disfrutar junto a su hijo algún otro dato en la tele o en la compu sobre Beto. Pero otra escena conocida acontecía en el living de su casa: Matías totalmente hipnotizado por los fotologs y el msn, ni siquiera escuchó el “Hola!” de su padre. Todo intento fue en vano, el mundo de Matías giraba en torno a la computadora, no había mucho por hacer.

Su mujer ingresó e inesperadamente, comenzó una lluvia de reclamos. Y allí, Amilcar se iluminó por un segundo más que la luz del cometa Beto, el sol, y todos los planetas juntos. Encima de la escena que acababa de presenciar y que lo dejaba como un cornudo frente a todos los vecinos, tenía que lidiar con los caprichos de esta mujer.

La discusión y los gritos no inmutaron mucho a Matías, pero sí miró un segundo a sus padres cuando escuchó a su papá decir ridículamente:

- “Yo me voy a Bolivia a ver a Beto”. Vuelvo el lunes.

- “¿Ahora sos gay?” - dijo ella.

- “Es un cometa” - contestó él. Ella hizo una sonrisa cínica y se fue a la cocina.

En silencio, Amilcar tomó un poco de ropa, un sándwich de la heladera, y se dirigió al auto. Arrancó, y sintonizó en el acto la radio que le interesaba. Se pondría a tono con la información, ya que en tan solo un día y medio estaría presenciando el fenómeno y conociendo a su nueva aspiración: Beto. Se relajó, y comenzó a dejar atrás a su hogar en busca de la aventura.

Ivana se inquietó ante el primer movimiento, que le resultó inesperado. El auto se había puesto en marcha. Sin embargo, guardó silencio y siguió chequeando desde su celular el fotolog. El triunfo se haría esperar un rato más, para ocurrir en el momento menos pensado, cuando saliera de ese baúl para sorprender a Elena y a Matías. Quieta, trataba de hacer el menor ruido posible. ¡Por suerte había traído su teléfono para no morir de aburrimiento durante este rato!.

Habría pasado una hora, una hora y media, cuando se dio cuenta que le llamaba la atención lo largo que se estaba haciendo este viaje. ¿A dónde estaba llevando Matías a esta piba? ¿Qué onda?.

Sus ojos, en una milésima de segundo, fueron testigos de dos cosas que casi la infartan en el acto: por un lado, el celular titiló avisándole que la batería se agotaba, y por otro lado, Mati la saludaba por el msn. Si Mati la saludaba, ¿Quién estaba manejando el auto donde ella estaba escondida?. Esta pregunta no tendría una respuesta de Mati, ya que su celular se apagó antes de que pudiera saludarlo. Pero tampoco podría contestársela a ella misma, ya que el shock y el miedo hicieron que sus ojos se vuelvan pesados, y se desmaye en ese momento…

El viaje había sido largo. Por suerte, la radio lo había acompañado a todo volumen brindando los datos precisos para conocer a Beto en las tierras bolivianas. Ansioso, Amilcar paró a almorzar unos tamales y una humita en chala. Quiso disfrutar de los manjares norteños de país, ya que estaba a pocos minutos de cruzar la frontera. Al llegar a Bolivia, buscaría un hotel y acto seguido iría al taller mecánico a que le echen una miradita al motor y a todo el vehículo, no solo porque el viaje había sido largo, sino porque por momentos pudo escuchar unos ruidos extraños que le habían llamado la atención en la parte de atrás.

Las horas habían sido muchisimas, pero con el entusiasmo no le había resultado nada tedioso el viaje. Además, era mejor que estar en su casa con una mujer que lo trataba como a un fantasma por un rato, y como una bolsa de papas por otro rato.

A metros, el cartel que anunciaba la llegada al cruce de frontera lo emocionó. Estaba a metros de Villasón y del punto panorámico para conocer a su cometa soñado.

La policía lo detuvo para hacer una leve revisión del auto. ¡Qué gente honesta y simpática que eran los bolivianos!. Todo era con buen trato, calidez, como si uno estuviera volviendo a casa. Uno de los perros se puso a ladrar, y Amilcar sintió las ganas de hacer un chiste: “Claro, que se fije en el baúl, que traigo kilos de droga”, se río, haciendo uno de esos chistes donde uno se siente un piola bárbaro, y seguramente los otros lo ven como un estúpido que solo intenta hacerse el gracioso. Pero uno de los policías se rió, así que Amilcar se sintió realizado.

De golpe, un griterío lo descolocó. Muchos policías comenzaron a acercarse a su auto de forma rápida, algo estaba sucediendo justo detrás de él. Se bajó del auto y se sorprendió. Una chica estaba en el baúl sentada, totalmente consternada y a los gritos: “¿Dónde está Elena? ¿Dónde estoy? ¿Quién es el que maneja el auto?”.

Amilcar no entendió nada. Lo que sí sintió fue el frío de las esposas en sus manos, y el calor de la chapa de su auto en la cara cuando lo apoyaron contra él.

¿Estaba preso? ¿Qué estaba sucediendo? Alguien le leía sus derechos, miles de luces lo apuntaban, hasta un canal de televisión que parecía ser el crónica de Bolivia se acercó a hablarle. ¿Está usted implicado en el tratado de personas? ¿Es una red de prostitución?. Hasta escuchó la pregunta de película: “Todo lo que diga puede ser usado en su contra”.

Los ojos se le estaban saliendo de la cara. No tenía palabras para explicar algo que ni él entendía. Al son de un leve “Yo solo quiero ver a Beto”, fue escoltado por tres policías mientras podía escuchar a lo lejos cómo dos cholas norteñas comentaban: “No es el primer pedófilo que agarran en la frontera”.

La noticia llegó instantáneamente a la Argentina y corrió como reguero de pólvora.

“Argentino pedófilo secuestra floger para llevarla a Bolivia”, anunciaba la placa roja de crónica. La gorda se sorprendió en un primer minuto, pero no dudó en decirle en seguida a su hijo Mati: “Yo sabía que tu papá era un pedófilo”, y siguió haciendo milanesas caseras para el almuerzo.

Los tiempos judiciales le parecieron muy rápidos a Amilcar. ¿Sucedería así en todo Bolivia o era una cuestión propia de Villasón?. En razón de horas se encontraba rodeado de bolivianos vestidos con aguayos y pelucas blancas, una imagen sumamente bizarra que nunca imaginó que presenciaría. Él, con manos atadas, se sentía más peligroso que Hannibal Lector por la forma en que lo trataban. Muchas fueron las preguntas que le hicieron durante el juicio, pero sobre todo insistían en quién eran Elena y Beto, supuestos líderes de la red de prostitución infantil. Él solo podía aclarar que cuando él nombraba a Beto, se refería al cometa que se vería allí al día siguiente, pero solo con aclararlo se sentía un tonto.

Recién el careo con la pequeña argentina, llamada Ivana, fue el que pudo clarificar la situación. Allí, se pudo hilar porqué ella estaba en el auto y él pudo darse cuenta que era una enamorada de su hijo Matías. Cuando saltó la verdad a la vista, Amilcar se sintió tan feliz que hasta abrazó a su pequeña compatriota con alegría. El abrazo, para unos pocos descreídos de la rara versión real, fue la confirmación de la relación oculta entre el pedófilo y la joven, pero estando la justicia de su lado, él ya se sentía realizado. El mismo juez (diferenciado por un aguayo más colorido y una peluca mayor que el resto) fue el que le pidió que acompañara a la joven hasta su casa, emprendiendo juntos y cuando quisieran el viaje de regreso.

Feliz, lo primero que hizo fue llamar a su mujer para avisarle la gran noticia. Ella, enseguida, no dudo en gritarle que era un pedófilo abandónico y que le había arruinado la vida. Todo el barrio estaba hablando de ella y de sus cuernos. “Lo mismo que me pasaba a mi con el sodero”, pensó él. Ella no paraba de gritar, decirle malas palabras y acordarse de todos sus familiares. Amilcar, cortó el teléfono con firmeza y se fue a buscar sus cosas. Había llegado el momento de volver a pensar en todo aquella que alguna vez había adormecido. Había llegado el momento de pensar, simplemente, en él mismo. La señal de su destino fue muy clara: salían junto a Ivana de la comisaría de Villasón, cuando en ese preciso instante, algo en el cielo comenzó a llamar la atención de todos.

Allí estaba. En el cielo, tal como lo había soñado. Beto había llegado para anunciarle una nueva vida, como un mesías enviado. Ivana se sonrió bajo sus pelos desmechados y lo abrazó, como una hija abraza a un padre, y él no dudó en llorar de emoción.

El fenómeno espacial los paralizó por unos minutos, y con alegría siguieron caminando. Amilcar ya había tomado su decisión: se quedaría en Villasón, para buscarle la vuelta a una nueva vida y, principalmente, una nueva profesión. La que siempre había soñado para él.

Al subir al micro, Ivana, sintió su piel de gallina por haber visto al cometa. Además, las últimas palabras con Amilcar le habían enseñado lo que era prestar atención a las cosas que le interesaban a uno, lo que realmente importa. “Ser fiel a uno mismo”, dijo Amilcar mientras la despedía. Ella, ahora, lo saludaba desde el micro emocionada, luego de prometer sacar un fotolog enteramente dedicado al cometa Beto, una gran enseñanza. Se acurrucó en el asiento y pensó en las ganas de volver a su casa, no para ver a Mati, sino para retomar la amistad que había dejado de lado con su amiga Elena. El hecho de que pertenecieran a distintas tribus era una estupidez, ella ya había aprendido en esta aventura que lo más importante, era otra cosa. Se sonrió cuando en la televisión del micro, apareció una película que comenzaba con una bella escena de un cielo estrellado: “falta Beto”, dijo para sus adentros, y se durmió hasta llegar a destino.

Fedeteo ex alumno del taller que contribuye con sus textos.

2 comentarios:

  1. Como amé el curso.
    Y ni te digo escribri la historia de Beto.

    A veces extraño esas mañanas de jueves creativas, llenas de ideas, risas, compartir, y bay biscuits caseros...

    Lo mejor para el curso!
    Aguante Beto!

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